miércoles, 28 de enero de 2009
Las élites se tumban en el diván de Davos
La gran cita del capitalismo global aspira a devolver el ánimo a políticos y empresarios sobrepasados por el tsunami financier
PERE RUSIÑOL - Madrid - 27/01/2009 Diario Publico
"Las cosas van tan fantásticamente bien que todo el mundo está feliz con la situación económica. Pero para un economista, esto es muy deprimente". Así hablaba el reputado economista Martin Wolf, del Financial Times, en el Foro de Davos de 2007. Hoy Wolf ya no tiene motivos para estar deprimido, pero difícilmente encontrará tanta felicidad en el enclave suizo que mañana volverá a abrir sus puertas a las élites del mundo. La fiesta ha terminado. También para los ricos.
"El contexto de este año es tan insólito que hace que la reunión sea aún más importante para dar confianza", ha declarado Klaus Schwab, presidente de esta reunión anual de referencia del capitalismo desde hace 38 años.
El enclave suizo acogerá el récord de 41 jefes de Estado o de Gobierno
Pero nada volverá a ser igual después del tsunami financiero que ha puesto contra las cuerdas al capitalismo. Tampoco en Davos: el banco de inversión Lehman Brothers, que solía tener una de las delegaciones más potentes, ha sido borrado del mapa; muchos otros gigantes han jibarizado sus delegaciones Goldman Sachs ha cancelado su gran fiesta y prestigiosos magos de las finanzas directamente han desaparecido de la escena. Algunos, en el último momento, cuando ya tenían el pasaje, como John A. Thain, consejero delegado de Merril Lynch hasta que la semana pasada se vio obligado a dimitir.
Davos acogerá la cifra récord de 41 jefes de Estado o de Gobierno a la búsqueda de la pócima que les ayude a remontar el vuelo, aunque faltará el nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, que acaba de tomar posesión. Y albergará a 2.500 líderes de 96 países ansiosos de recetas, pero obligados a ser cautos ante los últimos fracasos de los gurúes, que hace poco auguraban el barril del petróleo a 200 dólares no llega a 50 o un periodo de hiperinflación.
"La crisis es global y las soluciones deben ser globales. Por tanto, Davos es una buena oportunidad para poner bases sólidas de recuperación y evitar el peligro proteccionista", opina Manuel Balmaseda, economista jefe de Cemex.
Los liberales temen que se consolide el rol del Estado en la economía
La fiesta no sólo parece haber acabado para los negocios, sino también para las ideas que hasta ahora eran hegemónicas en Davos: los defensores del libre mercado han tenido que recurrir a la ayuda estatal para mantenerse a flote.
Este regreso de Keynes inquieta a los liberales. "La intervención del Estado puede que haya sido necesaria, pero ahora existe el riesgo de que se consolide un escenario intervencionista que no sería nada bueno para la economía", agrega Balmaseda.
Los expertos coinciden en que la economía aún no ha tocado fondo, pero Davos tiene como gran objetivo elevar la moral. El lema es Construyendo el mundo posterior a la crisis. Como si la crisis ya hubiera terminado.
"Los mercados no sólo necesitan inyección de dinero público, sino también de optimismo. Pero la turbulencia es demasiado profunda", apunta, escéptico, el sociólogo José Vidal-Beneyto.
Enric Tello, catedrático de Historia Económica de la Universidad de Barcelona, incluso apunta como "posibilidad muy real" el "peor de los escenarios": la caída en barrena de la cotización internacional del dólar. La mera hipótesis causa pánico en Estados Unidos. Si se produce, no habrá diván capaz de levantar a las élites.
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