miércoles, 3 de marzo de 2010

Mientras todo el mundo habla de las pensiones, se están negociando las líneas maestras de la nueva reforma laboral.

Toni Carrasco

Mientras todo el mundo habla de las pensiones, se están negociando las líneas maestras de la nueva reforma laboral. Todavía no se han escrito sus líneas precisas, pero el Gobierno nos dejó un documento que los sindicatos CCOO-UGT y la patronal CEOE vieron como un buen punto de partida.

El Gobernador del Banco de España, M. A. Fernández Ordóñez, llevaba tiempo empeñado en convencernos de que es necesaria una reforma laboral para salir de la crisis. En la misma línea, el “Manifiesto de los 100”, defiende un nuevo tipo de contrato laboral que abarate el despido.

Poco importa que los mil y un análisis que se han hecho sobre los orígenes de la crisis nos den una respuesta contundente: la crisis la provocaron las ansias de enriquecimiento rápido, la especulación y la falta de controles gubernamentales, tanto a nivel nacional como internacional.

Da igual que los análisis de la situación española, de forma especial en la franja mediterránea, sean unánimes en la denuncia de la desequilibrada estructura productiva, con un sector inmobiliario sobredimensionado y una banca que ha apoyado aventuras, en la construcción y las infraestructuras, difícilmente explicables y ahora, por lo que ellos mismos dicen, imposibles de amortizar.

La crisis no vino motivada por las “rígidas” relaciones laborales pero, una vez más, las rentas del capital quieren aprovecharla para privilegiar aún más su posición frente a las del trabajo, que son las que están sufriendo las consecuencias de tanto desmán. Mientras, el capital espera tiempos mejores, retirado en sus dorados paraísos o especulando e invirtiendo, a altos intereses, en la deuda pública de seguro cobro, que están generando los Estados.

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